La construcción de la línea 7 del Metrobús que correrá por el Paseo de la Reforma, la avenida más importante de la capital mexicana, ha desatado una polémica que ha llevado a un grupo de ciudadanos a demandar ante los tribunales que se frene la obra. Los opositores afirman que afectará el medio ambiente y ocasionará un daño al patrimonio histórico de la zona. El proyecto ha sido defendido por diversas organizaciones que consideran que permitirá a los usuarios un ahorro de hasta el 40% en los tiempos de traslado. La Ciudad de México afronta una severa crisis de movilidad: es considerada una de las urbes más congestionadas del mundo, lo que conlleva a que registre altos niveles de contaminación y a una constante pérdida de la calidad de vida de sus habitantes.

La semana pasada la Asociación Mexicana de Derecho Ambiental (Amda) ganó un amparo y un juzgado pidió detener la obra mientras se resuelve de fondo el recurso legal. La orden de la autoridad judicial busca proteger las áreas verdes que se encuentran en el Bosque de Chapultepec y suspender la tala de árboles. El juez octavo había basado su decisión tomando en cuenta un oficio que le había hecho llegar el Instituto Nacional de Antripología e Historia (INAH), donde señalaba que Reforma es un monumento histórico y solo era factible llevar a cabo obras de mantenimiento, conservación y rehabilitación. Ese mismo día, el INAH emitó un comunicado oficial donde aclaraba que no había autorizado completamente el proyecto y todavía tenía que analizar su viabilidad en virtud del impacto que pudiera ocasionar a los bienes patrimoniales.

Este día el instituto ha informado que ya autorizó en su totalidad la obra porque en el último bosquejo que les hizo llegar el gobierno capitalino se incorporaron las observaciones hechas por el INAH a fin de no alterar el paisaje histórico urbano, no afectar los monumentos históricos y salvamentar los bienes arqueológicos que pudiesen aparecer en el subsuelo. Las autoridades tuvieron que modificar los paraderos de embarque que ahora tendrán que ser estructuras ligeras y deberán cuidar que los vehículos del metrobús circulen por el carril derecho del arroyo central, el mismo por donde han transitado los autobuses públicos desde hace décadas. También se ha pedido que en los tramos competencia del INAH se evite el retiro de árboles.

La próxima semana podría haber una resolución al respecto. El Gobierno capitalino ha hecho llegar al juez que lleva el caso la autorización emitida por el INAH. Según la lista de acuerdos difunduda este jueves, el juez ha convocado a las partes involucradas a una audiencia el próximo 28 de junio donde se tomarán en cuenta las nuevas pruebas presentadas. Ese mismo día la autoridad judicial podría tomar una decisión en torno a continuar o no con la suspensión de la obra.

La polémica obra

El Gobierno de la megalópolis ha defendido incansablemente la línea 7. La principal ventaja que argumentan es que sacará de circulación 180 autobuses antiguos que generan altas emisiones contaminantes para sustituirlos por 90 autobuses de doble piso. Los opositores a la obra consideran que afectará la imagen de Reforma, una majestuosa avenida que se construyó hace más de 150 años durante el mandato del entonces emperador Maximiliano de Hambsburgo. La obra del Metrobús abarca también la Calzada de los Misterios, la vía que conecta a la Villa de Guadalupe, el santuario religioso más importante del país, con la avenida Reforma.

Ramón Ojeda Mestre, presidente de la Amda, aseguró que no están en contra del proyecto, siempre y cuando sea completamente sustentable. El objetivo es que las autoridades capitalinas tomen en cuenta la opinión de los vecinos, ya que el proyecto se ha hecho sin transparencia. “Si en la sentencia definitiva el juez procede a la cancelación total del proyecto queremos que se analicen nuevas opciones para al transporte público en esa ruta”, expuso en entrevista con este diario.

Mestre, quien ideó el programa de restricción vehicular Hoy no circula a finales de los ochentas, afirmó que la línea 7 no es un plan de transporte amigable con el medio ambiente. “No se tomaron en cuenta otras opciones de vehículos como los eléctricos o los híbridos. Se escogieron los peores: altos, de doble piso, con mayor peso y mayor emisión de óxido de azufre a la atmosfera, uno de los contaminantes más agresivos”, destacó. Además, en los primeros meses de la ejecución de la obra ya se talaron más de 200 árboles y el objetivo es eliminar mil.

El Gobierno de la Ciudad de México ha afirmado que no se dañará la imagen de Reforma porque las estaciones serán tipo parabús, se trabajará con el INAH para lograr un diseño que mejore la estética de la vialidad y se consevará la ubicación actual de las estatuas y monumentos instalados a lo largo de la rúa. No es la primera vez que el proyecto de Metrobús en Reforma enfrenta obstáculos. En el 2005, el entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, intentó implementar un sistema de transporte llamado Reformabús, pero fue rechazado porque el proyecto no contaba con un carril confinado y no sacaría de circulación a los microbuses que transitaban por la vialidad.

Diversas organizaciones como Fundar, Greenpeace México, Bicitekas y el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) han respaldado la construcción de la línea 7. En un comunicado explicaron que el proyecto organizará el tráfico vehicular y aumentará la calidad de la infraestructura de la ciudad al ofrecer opciones de transporte más eficientes, integradas, rápidas y seguras. Argumentaron que el esquema prioriza y respeta al peatón y ciclista y respeta el entorno urbano al contemplar estaciones transparentes con diseños accesibles para personas con movilidad limitada. Se estima que la nueva ruta logre reducir el tráfico, según las autoridades, al calcular que se realizarán 22.000 viajes menos al día en auto particular.