Investigadores de México y Estados Unidos se reúnen en Puebla para dar seguimiento a los avances del proyecto binacional Synthesis of Optical Materials for Bioapplications: Research, Education, Recruitment and Outreach (SOMBRERO), que busca desarrollar una “ventana al cerebro” para diagnóstico y tratamientos no invasivos.

Santiago Camacho López, investigador del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE) y líder del proyecto en México, comentó que la idea de SOMBRERO es desarrollar un implante craneal basado en un material óptico y biocompatible.

Esto, añadió, permitrá a un neurocirujano hacer una inspección visual del tejido cerebral y diagnosticar y tratar una lesión cerebral a través de herramientas basadas en Óptica y en Fotónica, apuntó.

“Se trata de un método no invasivo con varias ventajas sobre métodos tradicionales. El implante es transparente y puede quedarse de manera permanente en el cráneo, lo que evita la manipulación física del tejido cerebral, daños físicos e infecciones bacterianas que se pueden generar cuando se realiza una craneotomía”.

Para lograrlo, se ha conformado un grupo multidisciplinario compuesto por nueve investigadores principales, seis en la Universidad de California (UC) en Riverside y tres en México, involucrados en disciplinas como Ciencia de Materiales, Ingeniería Biomédica, Ingeniería Mecánica, Neurociencias y Óptica.

Guillermo Aguilar Mendoza, de la UC, apuntó que en su grupo llevan a cabo parte del trabajo de caracterización óptica, térmica y mecánica de los implantes y del procesado láser: “Estamos haciendo algunos de los estudios de biocompatibilidad tanto en modelos ex vivo como en modelos in vivo”.

Por su parte, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) trabaja actualmente en la visualización y monitoreo del cerebro de manera no invasiva usando técnicas ópticas.

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Un proyecto a mediano plazo

El proyecto SOMBRERO, que busca ser una herramienta novedosa para estudiar padecimientos cerebrales, comenzó en 2015 y tendrá una duración de cinco años.

Es cofinanciado por la National Science Foundation, de Estados Unidos, y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, de México, con una inversión que asciende a los seis millones de dólares aproximadamente.